La Adolescencia es una etapa caracterizada por los cambios, tanto físicos, como emocionales y relacionales, se trata de una transformación que dará paso a la edad adulta.

Este periodo de transición es un momento de inestabilidad en la que deberán superarse nuevos retos y hacer frente a diversas dificultades, entender los propios cambios biológicos y psicológicos, prepararse para una sexualidad sana, lidiar con una, cada vez mayor, exigencia académica y el incierto futuro mundo laboral.

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A lo largo de nuestra vida todos experimentamos crisis en mayor o menor grado ligadas a un momento evolutivo, nos enfrentaremos a situaciones dolorosas, como pueden ser la pérdida de una relación de amistad o amorosa, de un trabajo, de una forma de vida, recibiremos una mala noticia o un duro diagnóstico.

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La base de cualquier relación es una buena comunicación y cuando hablamos de parejas esto cobra gran importancia. A menudo no sabemos como enfrentarnos a determinados  conflictos o como resolver problemas de una forma constructiva, en la terapia de pareja  aprenderemos a entender las diferencias, a comunicarnos de forma asertiva y a negociar  de una forma efectiva y placentera nuestras discrepancias.

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La maternidad, desde la pre-concepción hasta el parto y el puerperio, conlleva trae  consigo una serie de cambios que tienen gran influencia en nuestro estado psicológico  y emocional, no sólo a nivel hormonal en la mujersino también en la pareja, dando lugar  a nuevos retos, nacerán expectativas y temores.  

En ocasiones será necesaria una bue

na atención y acompañamiento psicológico durante  la etapa del embarazo, parto y/o posparto, desde una visión preventiva hasta la de tratamiento psicopatológico.

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En ocasiones se requiere una ayuda para superar una crisis, asistir en momentos de la vida complicados, resolver tensiones o conflictos en el seno de la familia. También se puede acudir para mejorar la convivencia o prepararse para futuros  cambios, ya sea por la llegada de un nuevo miembro o por el abandono de algún  integrante.

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Cuando una persona que ha sido víctima de violencia, ya sea psicológica o física (esta última viene precedida por la anterior) solicita ayuda, ha recorrido ya un largo camino hasta reconocerlo, y llega rota y con una gran maleta cargada de experiencias terribles, a veces incluso con un historial de relaciones abusivas previas,  y es que no es fácil aceptar lo que sucede en una relación en la que pusiste tu amor, ilusión, esperanza, alegría, deseo, confianza y un largo etcétera.

Por eso, es fundamental la empatía, el respeto y la paciencia para un proceso que se inicia con cierto recelo y temor, pero con mucha valentía.

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